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Eso nos revela la ciencia.
Que Todo es energía
y que no hay más que energía
y sus múltiples manifestaciones.
Venimos de la Energía (que es lo que compone Todo, luego es también su origen y esencia),
de la energía pura,
cuyo máxima, más pura, representación
es la luz*.
Y seguiremos siendo energía.
Siempre.
Origen y esencia de todo.
La Energía es eterna, omnipresente y (dentro de los límites de la lógica) omnipotente.
La vida, nuestra existencia, es como un frío pero despejado festivo de invierno, en que, al despertar y mirar fuera, descubres que todo está nevado y te vistes y sales a celebrar la nieve, su prístina blancura, su suave textura, a experimentar el crujir de la nieve, en perfecto estado en polvo, bajo tus pies, ese sonido sordo y acogedor, el tacto de esa nieve que fluye como arena en tus manos, experimentas la abrazadora sensación de la apagada sonoridad del paisaje nevado, sientes el frío, la caricia de un sol que apenas templa tu poca piel expuesta, para, luego volver, con redoblado placer, al calor doméstico, a la acogedora presencia del fuego de leña y a tu sofá y a tu libro.
Eso es la vida.
Una breve salida de casa para volver con más ganas a Ella.
¿Para qué sales de casa si tienes que volver?
Para experimentar.
Porque eres Todo, que ha salido a experimentar Todo en miles de millones de distintas formas, de encarnaciones.
Por eso quien ha llegado a descubrir esto que te cuento, te dirá que no hay otro consejo, y ley, que amar el Todo por encima de cualquier otra cosa y a cada una de sus manifestaciones tanto como a la que te parece que eres tú, aquella con la que te identificas.
Por eso te dirá que lo que hagas a cualquiera de estos, a mí me lo haces (y a ti te lo haces).
Por eso quien ha visto la luz, te dirá que quien a espada mata, a espada muere.
Todo lo que hagas a otra de las manifestaciones del Todo, lo recibes a través de esas otras manifestaciones del Todo, porque eres todas ellas, eres el Todo y Único Ser.
El sentido de la vida es experimentar la división, la separación, para descubrir que somos Uno, que nunca hemos dejado de ser Uno aunque, aparentemente, hace unos 13.700.000.000 de años, cuando empezó a correr el tiempo porque comenzó la expansión del Universo, nos diversificamos.
Para experimentar, cualquier cosa, para percibir algo, es necesaria la división, la polarización, encontrarse entre opuestos. Porque sin frío no hay calor, sin oscuridad no hay luz, sin dolor no hay placer, sin grande no hay pequeño… todo lo que experimentamos está en el campo de la polaridad, de la diversificación, son necesarios los opuestos para poder experimentar, incluso para poder percibir, porque toda sensación y experiencia, es comparativa.
*Recuerda que para la luz el tiempo no pasa.
Gerttz
